2653 views

La crisis del mercado chino de 2015-16

La crisis del mercado chino de 2015-16

El mercado de valores chino siempre ha suscitado la curiosidad de los inversores. Está dominado fundamentalmente por el comercio minorista, lo que lo convierte en terreno peligroso incluso para el dinero inteligente institucional. No obstante, su rendimiento ha sido increíblemente positivo desde principios de la década de 1990, cuando China ocupó su lugar en la selecta mesa de los gigantes de la economía mundial. Los buenos resultados se mantuvieron en el nuevo milenio, pero la burbuja alcanzó su punto álgido en junio de 2015. Como consecuencia del estallido de la burbuja del mercado, las acciones chinas perdieron más del 30 % de su valor en 3 semanas, prolongándose el desplome hasta principios de 2016. Los mercados se recuperarían más adelante, pero no sería hasta finales de 2020 cuando se acercarían a los máximos previos a la crisis de junio de 2015.

Contexto

El restablecimiento de la Bolsa de Shanghái coincidió con la apertura de la Bolsa de Valores de Shenzhen a principios de la década de 1990, y al comienzo del nuevo milenio ya había más de 1000 empresas cotizando en los dos mercados. El crecimiento de la economía china no solo favoreció que más empresas continuaran sumándose al mercado bursátil local, sino que también atrajo la atención de los inversores minoristas e institucionales. El mercado de valores chino continuó su impresionante crecimiento hasta que la recesión financiera mundial de 2008 amenazó con desencadenar una corrección del mercado. ¡Pero el gobierno intercedió para amortiguar la gravedad de la situación!

El gobierno chino puso en marcha un ingente paquete de estímulo destinado a financiar ambiciosos proyectos de infraestructura. El impacto económico se produjo casi de inmediato, ya que el crecimiento medio se situó en torno al 10 % entre 2009 y 2011. Esto fue bautizado como el Sueño de China, una nueva realidad para un país dispuesto a ocupar el lugar que le correspondía en el espacio internacional y cuyos ciudadanos no podían permitirse quedarse atrás. El mercado de valores se mantuvo como la mejor oportunidad de vivir el sueño, tanto para los ciudadanos como para las empresas. En 2012, más de 2400 empresas cotizaban en el mercado de valores, y había más de 200 millones de cuentas de trading activas en el país. La mayoría de estos inversores (más del 80 %) se clasificaban como operadores minoristas, con una minoría de inversores institucionales. Sin embargo, los mercados no dejaron de remontar.

La mayoría de las empresas chinas son de propiedad estatal, lo que dificulta la separación de los intereses políticos de los económicos. Aunque los mercados chinos se rigen por los fundamentos económicos, existe una voluntad política más que suficiente para preservar la estabilidad y el valor. Debido a ello, cuando la economía china empezó a mostrar una desaceleración relativa en 2014, el gobierno se apresuró a intervenir para proteger a las empresas cotizadas de las realidades del mercado. Los precios del sector inmobiliario empezaron a bajar, y la deuda de las empresas se expandía. En esta situación, la mejor solución que encontró el gobierno consistió en promover la prosperidad del mercado bursátil.

La CSRC (Comisión Reguladora de Valores de China, por sus siglas en inglés) puso en marcha medidas que ayudaron a aumentar la liquidez en los mercados, pero lo más importante es lo que no hizo. La comisión se abstuvo de dar un toque de atención a las empresas que merecían ser excluidas de la lista por no mostrar un rendimiento prometedor a lo largo de tres trimestres consecutivos. Por otra parte, los medios de comunicación estatales continuaron animando a los inversores a verter dinero en los mercados, mientras que la banca en la sombra y el trading de márgenes, también actuaban como catalizadores. Las acciones chinas cotizaban con ratios precio-beneficio de 70:1, mientras que la media mundial en aquel momento era de aproximadamente 19:1. Cada vez más gente corriente participaba en el mercado de valores, y comenzó a ser habitual que la gente dejara su trabajo para centrarse en el trading intradiario de acciones. De hecho, se facilitó que la ciudadanía pudiera hipotecar sus viviendas para invertir en bolsa. En el punto álgido de la burbuja, los préstamos de margen representaban al menos el 10 % de la capitalización total del mercado en las dos bolsas chinas. La burbuja siguió inflándose hasta que estalló en junio de 2015.

El estallido de la burbuja

La burbuja bursátil china estalló el 12 de junio de 2015 y, en apenas tres semanas, más del 30 % del valor de las acciones de clase A se esfumó. El Banco de Inglaterra pintó una alarmante ilustración de la magnitud de este desplome, equiparándolo a la totalidad del PIB del Reino Unido en 2013 y a más de siete veces el tamaño de la deuda griega, que en aquel momento representaba una importante fuente de riesgo en los mercados financieros mundiales. Sin embargo, la caída no terminó ahí, ya que le siguieron otras réplicas significativas en los mercados.

El 27 de julio de 2015, el mercado cayó más de un 8,5 %, registrando la mayor caída desde 2007. Hubo otra caída del 8,5 % el 24 de agosto de 2015, un día que sería apodado “lunes negro”. A esto le siguió el “martes negro” del 25 de agosto de 2015, cuando el mercado se desplomó más de un 7,6 %. Hacia finales de año se alcanzó una relativa estabilidad, pero con el cambio de año llegaron más réplicas y volatilidad.

El 4 de enero de 2016, los mercados sufrieron un brusco descenso de aproximadamente un 8 %, lo que activó los disyuntores que habían sido instaurados recientemente. Esto dio como resultado un breve periodo de recuperación, pero el 7 de enero de 2016 volvió a producirse un descenso similar. Ese mismo día, la CSRC suspendió los disyuntores, argumentando que su existencia contribuía a promover un comportamiento irracional en los mercados. En conjunto, entre el 4 y el 15 de enero, el mercado bursátil había perdido más del 18 % de su valor. Durante el crack, el gobierno intervino intensamente en los mercados pero, si bien sus esfuerzos ayudaron a evitar una posible crisis financiera, no está claro si con ello se logró restablecer la confianza de los inversores.

La respuesta del gobierno durante el desplome del mercado de valores

El gobierno chino respondió inmediatamente recortando tipos de interés y devaluando su moneda. Estas medidas no dieron resultado y, en agosto de 2015, se relajaron las condiciones de los préstamos con margen para evitar impagos inminentes. También se redujeron los costes de transacción en un intento de fomentar la inversión. Todas estas medidas fracasaron, conduciendo a la interrupción temporal del mercado. Siguieron más intervenciones por parte del gobierno.

El gobierno chino procedió a aplicar un periodo de bloqueo que impidió a los grandes accionistas vender sus participaciones durante un periodo de 6 meses. Los grandes accionistas fueron definidos como aquellos que poseían al menos el 5 % de las acciones negociables de una empresa. El periodo de bloqueo expiraba a principios de enero pero, ante la persistencia del clima de negatividad, las autoridades impusieron una prórroga de 6 meses para evitar otra oleada de ventas de pánico.

También se implantaron disyuntores y se prohibió la venta en corto intradiaria. La eficacia de estas medidas sería puesta en duda posteriormente. En enero de 2016, los disyuntores se habían activado tres veces, lo que provocó su suspensión. La venta en corto también sería restablecida cuando su importancia en los mercados se puso de manifiesto: son los vendedores en corto los que compran acciones durante una caída del mercado.

¿Qué causó la burbuja del mercado bursátil chino en 2015?

Uno de los principales motivos de la aparición de la burbuja fue que al mercado de valores chino ya le correspondía una corrección, puesto que la economía empezaba a enfriarse. El periodo 2014-15 fue testigo de la divergencia del mercado de valores con respecto a los fundamentos reales de la economía, por lo que era evidente que se estaba comenzando a crear una burbuja. Tampoco ayudó el hecho de que el mercado de valores estaba recibiendo una importante inyección de dinero por parte de los inversores minoristas. En los 12 meses previos a la burbuja se habían abierto más de 40 millones de cuentas de trading, la mayoría de las cuales pertenecían a inversores minoristas y no a gestores de dinero profesionales. Los inversores inexpertos suelen confiar más en los rumores y las exageraciones que en los fundamentos empresariales y la economía. Además, la mayoría de estos inversores aficionados operaban con margen y realizaban apuestas especulativas que no estaban sustentadas por una investigación. El trading de márgenes fue particularmente responsable del comportamiento irracional de los inversores minoristas. Se dejaron llevar por la suerte, y la codicia se apoderó de ellos al tratar de obtener descomunales beneficios de un mercado que parecía no tener techo. Contribuyeron al crecimiento de la burbuja y también amplificaron el desplome resultante.

El gobierno chino también debe cargar con una buena parte de la responsabilidad. En un intento por salvar a las empresas estatales, endeudadas y con un rendimiento deficiente, el gobierno se valió de la CSRC para relajar las condiciones del trading de márgenes. Los medios de comunicación estatales incitaron abiertamente al público a invertir en bolsa y consiguieron atraer a un grupo de inversores minoristas con escasa formación en materia de economía que se verían duramente vapuleados por los mercados. El Partido Comunista también animó activamente a sus miembros (más de 88 millones en aquel momento) a que participaran en el Sueño de China a través del mercado de valores. En todos los sentidos, el gobierno prometió una escalada alcista sin fin en el mercado de valores. En cambio, los inversores se vieron atrapados en una trampa para osos, y muchos de ellos habían contraído onerosas obligaciones de deuda con prestamistas, tanto formales como informales.

Conclusión

China ha experimentado un increíble ascenso hacia la prominencia mundial a lo largo de las últimas décadas. Pero la burbuja del mercado bursátil chino y su estallido en 2015/16 nos brindan lecciones sobre los peligros de las economías en rápido crecimiento. El mercado bursátil se calentó durante los periodos de crecimiento acelerado, pero su relativa ralentización no provocó inquietud entre los inversores. También se subrayó la importancia del dinero inteligente institucional, visto que los inversores minoristas no profesionales no fueron capaces de fijar con precisión los precios de las acciones ni de aplicar un pensamiento racional en los mercados. Hasta la fecha, el mercado chino sigue conservando un carácter intrigante, intrínsecamente de riesgo incluso para los inversores profesionales y conservadores. El origen del riesgo no se encuentra únicamente en los traders minoristas inexpertos, sino también en el propio gobierno chino, que sigue ejerciendo su prepotencia en el mercado bursátil local. China sigue siendo un mercado lucrativo con unas bases positivas, pero el desplome bursátil de 2015-16 muestra claramente que existen riesgos subyacentes.