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El crack de la bolsa de 1873

El crack de la bolsa de 1873

La economía estadounidense gozó de un gran auge tras la guerra de Secesión. En particular, la construcción de ferrocarriles estaba en auge, con más de 56 000 kilómetros de vías construidas entre 1865 y 1873. Esta industria atraía mucho dinero pero también constituía una fuente de grandes riesgos, ya que el capital quedaba vinculado a proyectos a largo plazo. El sector creció hasta convertirse en el mayor empleador no agrícola de EE.UU. y numerosos bancos, así como inversores, inyectaban capital continuamente. Pero un desplome del mercado bursátil en Europa sembró el pánico entre los inversores europeos, que empezaron a deshacerse de sus bonos ferroviarios estadounidenses. Las compañías ferroviarias comenzaron a tener problemas y el efecto derrame provocó el hundimiento de uno de los mayores bancos de Nueva York, Jay Cooke & Company. El pánico se extendió rápidamente por todo el país y se cobró la vida de múltiples compañías ferroviarias y más de 100 bancos.

Cómo empezó todo

El pánico de 1873 se originó en Europa. Varios países del continente sufrieron diversas sacudidas económicas que acabaron culminando en el desplome del mercado bursátil. En Gran Bretaña, la apertura del Canal de Suez en 1869 hizo que las mercancías procedentes del Lejano Oriente, que se transportaban a través del Cabo de Buena Esperanza, dejaran de almacenarse en los almacenes británicos. Esto colapsó la actividad de los puertos de transbordo en el Reino Unido y desencadenó una leve recesión económica.

En Alemania, una evolución política positiva allanó el camino para un crecimiento insostenible en el país. La unificación alemana se produjo como resultado de la victoria bélica sobre Francia, y el recién fundado Imperio Alemán liberalizó la economía para fomentar las empresas, tanto nuevas como ya existentes. El imperio también inició el proceso de desmonetización de la plata, introduciendo finalmente el patrón oro. La victoria militar, así como las entradas de capital en forma de reparaciones de guerra procedentes de Francia, fomentaron las grandes inversiones y la especulación en industrias como la ferroviaria, los barcos de vapor y las fábricas. Se trataba de los mismos sectores que estaban experimentando un crecimiento insostenible en Estados Unidos. Pero en mayo de 1873, la Bolsa de Viena se hundió bajo el peso de las manipulaciones, las insolvencias y las falsas ampliaciones. Al mismo tiempo, una importante compañía ferroviaria alemana tuvo que asumir un acuerdo desfavorable con Rumanía y las reparaciones de Francia llegaron a su fin. La economía alemana se contrajo y el efecto derrame se extendió a Inglaterra, Rusia, Francia y Bélgica.

Cómo se desarrolló en EE.UU.

Durante y después de la guerra de Secesión, el gobierno estadounidense imprimió más dinero; se emitieron pagarés para sufragar los gastos de guerra y los salarios militares, mientras se trazaban grandes planes de infraestructuras con la intención de abrir el país al comercio y la educación. Los ferrocarriles eran un invento relativamente nuevo en la época y absorbieron la mayor parte de este dinero. Las empresas pedían grandes préstamos para construir nuevas líneas de ferrocarril. Los bonos ferroviarios eran particularmente atractivos, ya que el gobierno proporcionaba concesiones de tierras y otros subsidios relacionados. Fueron buenos tiempos y, a pesar de las enormes cantidades de efectivo inmovilizadas en proyectos que no podían dar rendimiento a corto plazo, nada podía frenar la euforia.

Las acciones y bonos de las compañías ferroviarias estaban muy solicitados e incluso atraían a inversores extranjeros. Pero aunque las cosas parecían ir sobre ruedas en Estados Unidos, los acontecimientos en el extranjero empezaron a tener repercusiones en el interior del país. Cuando Alemania dejó de acuñar monedas de plata y pasó al patrón oro, el valor de la moneda alemana aumentó con respecto al dólar estadounidense. EE.UU. acuñaba monedas tanto en oro como en plata, pero el avance alemán provocó un cambio en su postura. Se promulgó la Ley de Acuñación de 1873, que estipulaba que EE.UU. solo acuñaría monedas de plata para la exportación y no para la circulación nacional. En aquel momento se percibía cierto riesgo en el mercado estadounidense, y los inversores empezaron a mostrarse cautelosos a la hora de mantener o asumir inversiones a largo plazo. No había una orientación clara para la política monetaria, y la Ley de Acuñación había limitado el suministro de dinero en la economía. Además, los precios de la plata se hundieron, lo que perjudicó a quienes arrastraban enormes cargas de deuda, como los agricultores.

La quiebra de Jay Cooke & Company

Jay Cooke & Company fue un importante banco neoyorquino durante la guerra de Secesión (de hecho, fue el principal financiador del ejército de la Unión). Tras la guerra de Secesión, el banco adquirió una gran influencia en el establishment estadounidense. También era el principal agente federal para la financiación de la construcción de ferrocarriles. Tras la finalización del primer ferrocarril intercontinental en 1869, se planeó un segundo megaproyecto apodado como “Northern Pacific”. Jay Cooke & Company fue el principal financiador de este proyecto. El banco se había sobreextendido con la esperanza de atraer a inversores del extranjero, especialmente de Europa. Pero tras la liberalización de la economía alemana y otros cambios en toda Europa, los inversores encontraron oportunidades más cerca de casa. Más tarde, en septiembre de 1873, Jay Cooke & Company se vio incapaz de vender bonos ferroviarios, que hasta entonces habían gozado de una gran demanda. Los europeos ya estaban vendiendo sus bonos ferroviarios y las compañías del sector no encontraban nuevos inversores. Muchas compañías ferroviarias quebraron, al igual que Jay Cooke & Company.

La quiebra de Jay Cooke & Company, un banco muy interconectado en la economía, hizo estallar la burbuja ferroviaria y desencadenó una cadena de acontecimientos que acabaron por repercutir fuertemente en la economía.

Las consecuencias del crack de 1873

El pánico de 1873 es una de las crisis financieras más graves de la historia de EE. UU. De las 364 compañías ferroviarias existentes en aquel momento, 89 entraron en quiebra. La quiebra de Jay Cooke & Company acabó arrastrando también a la bancarrota a más de 100 bancos. En todo el país, más de 18 000 empresas cerraron sus puertas e incluso la Bolsa de Nueva York permaneció cerrada temporalmente durante 10 días de sesión.

La construcción de vías férreas se redujo drásticamente, pasando de más de 12 000 kilómetros de vías construidas en 1872, a solo 2500 en 1875. Los beneficios empresariales desaparecieron, los salarios sufrieron recortes y el valor de los inmuebles se desplomó. Se intentó paliar la situación autorizando al gobierno a imprimir más dinero. El plan fue aprobado por el Congreso y vetado por el presidente Grant, pero la inflación estaba totalmente descontrolada. Sin embargo, en 1874, el Congreso aprobó una ley que respaldaba el dólar estadounidense con oro, ayudando a estabilizar la moneda así como a frenar la inflación. La economía entró en una prolongada espiral negativa y en 1876, el desempleo alcanzó un máximo por encima del 14 %. El impacto de la caída de la bolsa fue descomunal, y trascendió la economía.

Los continuos recortes salariales en el sector ferroviario desencadenaron la Gran Huelga Ferroviaria de 1877. Solo en ese año, las empresas redujeron los salarios en tres ocasiones, lo que acabó haciendo que los trabajadores se echaran a la calle. Los trenes fueron atacados y las vías arrancadas. La violencia comenzó en Virginia Occidental y se extendió rápidamente a otras ciudades como Nueva York, Illinois, Pensilvania, Misuri y Maryland. En su punto álgido, más de 100 000 trabajadores simpatizaban con los disturbios y fue necesaria la intervención de tropas nacionales, milicias no oficiales y milicias privadas para reprimirlos. Los disturbios duraron 69 días y se cobraron más de 100 vidas. La amenaza de la desintegración social se cernía sobre el país, y estos acontecimientos condujeron a la fundación de la Asociación de Ayuda a los Empleados en 1880, que proporcionaba cobertura sanitaria y por defunción. Hacia 1884, los trabajadores comenzaron a acogerse a planes de pensiones, y a recibir prestaciones añadidas por las horas extraordinarias.

También hubo graves repercusiones políticas. Los trabajadores se distanciaron del Partido Republicano, que era el dominante, allanando el camino para que el Partido Demócrata ganara las elecciones al Congreso de 1874, controlando la cámara por primera vez desde la Guerra de Secesión.

En conjunto, el crack de 1873 llegó a conocerse como la Gran Depresión y, hasta la fecha, representa el periodo más largo (65 meses) en que la economía estadounidense ha estado en contracción. Incluso la famosa crisis de los años 30 duró “solo” 45 meses.

Lecciones aprendidas

El crack bursátil de 1873 es una clara ilustración de los peligros del capitalismo industrial. Este tipo de capitalismo se caracteriza por el acceso al capital riesgo y la productividad de activos de primera calidad como acciones, bonos y maquinaria pesada. En esta estructura, los poseedores del capital ganan dinero y poder, pero la clase media se hunde bajo la precariedad de las condiciones laborales y la falta de perspectivas de movilidad económica. Esto explica en gran medida las revueltas obreras que siguieron a la crisis.

Por otra parte, el capitalismo industrial depende de los mercados financieros. Esto hace que sea muy fácil que los mercados se precipiten en la inestabilidad o experimenten caídas, debido precisamente a que los mercados financieros tienden a atravesar periodos de auge y caída. El peligro está en que, durante los periodos de auge, los mercados tienden a sobreextenderse. El exceso de confianza se instala y cada vez resulta más fácil acceder al capital, tanto para invertir como para especular. Y cuando la actitud del mercado se vuelve negativa durante estos periodos de auge sobreextendidos, es prácticamente inevitable que se produzca una caída.

El capitalismo industrial también propicia los monopolios y la inercia tanto del capital como de los demás factores de producción. Durante el crack de 1873, Jay Cooke & Company se desarrolló hasta convertirse en un influyente banco con profundas raíces en el sistema financiero. Asimismo, la industria ferroviaria se convirtió en un sector dominante, concentrado tanto en el capital como en la mano de obra. La quiebra se produjo en un solo banco y en un único sector, pero el efecto dominó fue contundente e implacable. En un escenario ideal (libre mercado), habría sido más fácil trasladar el capital y la mano de obra a un sector alternativo que se hubiera visto menos afectado, con el fin de atenuar el impacto global de la crisis.

En última instancia, el crack de 1873 nos sirve de advertencia sobre el alcance que puede llegar a tener una crisis financiera en la sociedad.